Las escuelas de vela y el futuro de la náutica, por Miguel Lago

Desde hace ya muchos años el MRCYB ha hecho una apuesta decidida por la vela de base. Las razones de esta decisión son múltiples y diversas, y muchas de ellas tienen que ver con circunstancias que van más allá de las puramente deportivas.

Todos los clubes náuticos tienen en sus estatutos, como uno de sus principales objetivos, la promoción de las actividades náuticas. En el caso del MRCYB, la apuesta ha sido por la vela, por arraigo, por tradición y por todos los valores que aporta.

Esta labor de promoción desde los clubes es de gran importancia, ya que son las únicas entidades relacionadas con la náutica que la realizan a día de hoy. Una gran marina comercial puede disponer de unas magníficas instalaciones, pero su finalidad es prestar servicios a los barcos y armadores que allí amarran sus barcos o bien van en tránsito. Pero para que esa marina se pueda llenar de barcos, son los clubes los que tienen que realizar un trabajo previo, generando afición al mar entre la gente, a través de sus escuelas deportivas.

Esta labor de promoción por parte de los clubes náuticos tiene una gran relevancia para las marinas y la industria náutica en general, y , desgraciadamente, no siempre es reconocida por las administraciones.

Las escuelas de vela son de vital importancia también para la propia existencia de un club, ya que si los niños de hoy, que regirán la entidad en el futuro, no tienen afición al mar, su esencia queda totalmente desvirtuada. Todos conocemos clubes que han derivado en entidades puramente sociales, sin práctica vinculación con el mar, por falta de afición de sus socios.

En el caso del MRCYB tenemos además una obligación añadida, la de dar a conocer a los niños y jóvenes de la maravillosa villa marinera de Baiona, una visión diferente de la que, por tradición familiar, puedan tener del mar, ese mar que se lleva a abuelos, padres y hermanos durante mucho tiempo, y, en ocasiones, para no regresar jamás.

Nuestro objetivo es darles una nueva perspectiva, y que los niños comprendan que además de su dureza, el mar también aporta valores como el compañerismo, el esfuerzo, el trabajo en equipo y la amistad, sin olvidarnos de una cosa muy importante: ¡navegar es terriblemente divertido!

Miguel Lago, Comodoro del MRCYB

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